Estoy muy desilusionada de aquellos que ven con muy malos ojos la política, de aquellos que ven con decepción y desprecio todo acto político sin primero analizarlo, de aquel que sin cuestionar dice, no, sin preguntar primero, del apático que cree que los problemas de su país obedecen a “la naturaleza de mexicano” y que por tal motivo es imposible un cambio. Es verdad, que los cambios no siempre son fáciles, sin embargo, el conformismo, el anhelo por el pasado, y la actitud negativa no lleva a nada, por el contrario sólo produce estancamiento en la sociedad.
Quisiera compartir con ustedes un párrafo del libro de Andrés Manuel López Obrador, el libro se llama: “La mafia que se adueñó de México…. y el 2012”.
“ Basta ya de que el poder esté en manos de la clase privilegiada, de esa gente hipócrita que ha saqueado nuestra nación, vendiéndola al mejor postor y que siempre quiere más, endeudándonos, haciéndonos pagar algo por lo cual nunca disfrutamos, alegando que nuestro capital es insuficiente para solventar las necesidades de la nación, pero no será suficiente si los que están allá arriba, en el poder, cobran sueldos fuera de lo común, derrochan todo lo que pueden en lujos innecesarios , y es el colmo porque todavía hay que pagarles a los que ya no están como los ex presidentes de la República. Y aún tiene el descaro de decir que nos les alcanza. Si a ellos no les alcanza, no se preguntarán entonces cómo vive un obrero, un peón, un campesino, otros que sumamos la mayoría, que día adía tenemos que luchar para medio comer, medio vivir, y medio educar a nuestros hijos que asisten a escuelas públicas con baja infraestructura, a hospitales y a otras instituciones públicas tan deficientes”. 1
Yo considero, que para contribuir aunque sea a un pequeño cambio, es necesario abrir nuestra mente y estar dispuesto a debatir, proponer, pero sobre todo actuar y ser coherente con sus convicciones, no olvidar ningún acontecimiento y ser persistentes.
1 López Obrador, Andrés Manuel, La mafia que se adueñó de México... y el 2012, Grijalbo, p. 165
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